19 agosto 2005

89 - Capítulo ochenta y nueve


Ultimo rayo de sol reflejado (Foto: Daniel Mc Riley)

Capítulo 89 – OCHENTA Y NUEVE

“SINFONÍA TRASHUMANTE” ® (1996) Daniel Mc Riley

¿Es posible ir construyendo los enigmas del ser amado?
¿Es posible que la vida nos brinde la oportunidad de reconocer los secretos de la persona amada?... Sí, es posible. Pero sólo en su ausencia, sólo en su definitivo vacío que nuestra vida ya no puede reconocer. La ausencia es la posibilidad de vivir todo aquello que la presencia nos negó u ocultó.

Nada se pierde. Eventualmente, los vacíos que no pudimos compartir de un ser amado, nos serán devueltos (es más: diría "ofrecidos") a partir de aquellos nuevos encuentros con seres que aún desconocemos.

Compartir momentos es aquello que está a nuestro alcance.
Compartir los secretos de otra persona, aquello que es inasible por naturaleza, es un desafío azaroso que podría llegar a sorprendernos.

Supongamos la siguiente situación: por azares de la vida, una persona comienza a captar demasiada información sensible de quienes lo rodean. Descubre que sus propias acciones no le son propias ni absolutamente individuales, sino que forman parte del tramado de actos de un ser ausente. Descubre en su propia vida los secretos del Otro, secretos que acaso fueron sospechados, pero jamás revelados.

La pregunta incesante que todos nos hacemos frente a un ser amado es ésta: "¿Cómo eras, cómo vivías, como sentías antes de nuestro encuentro?"; que es lo mismo que decir: "¿Cómo eras antes de existir?".

Habrán aspectos que acaso sean confiados, pero lo verdadero, lo sublime, lo desgarrado, formarán parte del territorio del misterio. La gracia y la desgracia de percibir demasiado es vivir cada acto de nuestras vidas como la resolución involuntaria de enigmas, no de cualquier persona, sino del ser amado.

Y cada acto vivo, por lo tanto, demuestra la inexorable dependencia de nuestra presencia en el mundo con nuestras ausencias amadas. Compartir el vacío de aquello ignorado que vivió algún ser amado, quizá sea el lazo que nos vincula a su ausencia.

Y la ausencia no es otra cosa que una presencia constante, abrumadora, sobre cada acto de nuestras vidas.

Siempre aquello que amamos se nos ofrece como un enigma.
El silencio y el secreto es el lazo más profundo que nos une al ser amado, y no la exaltación de una vida compartida.

3 comentarios:

Debret Viana dijo...

No. La pregunta no es "¿cómo eras antes de existir?" sino: "¿cómo eras antes de que yo existiera?"

Daniel Mc Riley dijo...

Tal cual, Debret. La pregunta incesante es "¿Cómo eras antes de que yo existiera", porque justamente la presencia del Otro me constituye. Sin el Otro, no soy. De todas maneras, invertimos la pregunta para calmar ansiedades, es la manera de relacionarnos con el mundo general. Gracias por tu aporte, Danny Mc Riley

Debret Viana dijo...

quisiera poner un vínculo hacia tu página en Infimos Urbanos. estás de acuerdo?